La valoración
del trágico balance de estas últimas semanas, marcado por el alarmante aumento
en un breve espacio de tiempo, de agresiones sexuales, vejaciones verbales y
asesinatos de mujeres en todo el Estado, y la nula reacción de los poderes
públicos así como la aquiescencia de una parte importante de la Sociedad, corroboran
que las relaciones entre hombres y mujeres se siguen construyendo sobre bases
patriarcales que continúan apuntalando la desigualdad y la discriminación machista.
Es en este
contexto de desigualdad y discriminación patriarcal donde se enmarcan todo tipo
de agresiones contra las mujeres. Sólo una sociedad fundamentada y asentada en
la igualdad real, impediría que la crisis económica pudiera servir de pretexto
o explicación.
El hecho de que la misma
imagen del cuerpo de la mujer como simple objeto que aún siguen proyectando muchos medios de comunicación
y de publicidad, e incluso desde espacios sociales y políticos con
declaraciones y comportamientos claramente atentatorios y denigrantes hacia la
mujer, mandan unos mensajes sexistas de gran calado, que en gran medida
promueven y suscitan implícitamente la violencia machista y la desigualdad.
La igualdad real se
construye a partir de la prevención y la educación. Las políticas y las estrategias
que se utilicen para prevenir las agresiones deben partir de una educación afectivo-sexual a todos los
niveles que facilite desarrollar una sexualidad basada en el respeto y la
igualdad real entre mujeres y hombres.
Y por supuesto, frente a
los recortes en presupuestos y políticas públicas que se vienen dando, exigimos
que se refuercen los recursos económicos
y humanos destinados al desarrollo de políticas de igualdad activas, integrales
y participativas, por la consecución de una Sociedad libre de violencia de
género, en la línea de lo apuntado por el Convenio de Estambul sobre prevención
de la violencia de género y las propuestas enunciadas por los colectivos
feministas.
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